Delirio asfalto
Toda esta poesía que a mi alrededor vuela
abriéndose como un capullo ante mis ojos,
revoloteando como mariposa ciega
como una revelación alucinada,
que llena mis pulmones de alivio e invade mi vista de calma
toda esta poesía que la naturaleza derrocha
por las cuatro esquinas de la tierra alumbrada
es la pulsión de vida que ha empujado y empuja
Sin descanso, ni quebranto
al primero y al último de los hombres a existir,
libre de simulacros.
Que deleite explorar tu desnudez sensata,
hermosa mujer, dadora de vida.
Que alegría que mis ojos te fumen, y mi tacto te lea.
Que alegría que tus pechos me críen
Y que tus ríos serpenteantes me beban
Como al viento las ramas.
Que tristeza que tus raíces se apaguen
Cual corazón de chupaflor
Cuando es sorprendido por un espanto:
Tan frágil, tan manso.
Y que tu hijo te entierre debajo, muy debajo
de su delirio asfalto, insaciable sanguijuela parda
que ha mamado de la savia de su santa madre
hasta estrangular la generosidad de su alma.
De su verde alma. Hasta ingerir su generosidad rebelde.
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