Cuanto me gusta saberte mojada:
Luna empapada por la fresca lluvia de mis dedos
Y que me riegues con tu fluir y me hagas crecer
Como una flor que en la mañana
se aviva mirando el invisible cielo
Y despeja el mar de sus pensamientos.
Cuanto me gusta que nuestras mareas embravecidas
se enciendan y yo con la posibilidad de ahogarme
Y perderme en el laberinto tibio de tu inestabilidad
Con esos ojos frágiles que casi se pueden romper:
Como cristales, como memorias, como tus sueños
En muchos trozos irreconciliables.
Y que tal vez todo sea mentira.
Niña tumbada en el regazo de su madre,
Con ojos de luna preñada en sueño,
Menguante y jugosa, litchie crepuscular.
Tan escurridiza como el pichón de mi ventana,
Tan lábil como tu camino, como mí destino.
Como el destino de todos los que estamos aquí dentro
En este manicomio de miedo,
Encerrados en estas cuatro paredes
Detrás de los ojos.
Cuanto adoro recorrer la húmeda vereda de tus esperanzas
Cual caminante extraviado en espera del claro que reverdece.
Y cuando mi estrella llega al cenit y desde lo alto bebe de tu claro de luna
Hundirme en tus brazos y hundir mi sol radiante debajo de tu húmeda piel.
Atestiguando la caricia de tus piernas y los abrazos de ritmo solar
Mi noche levanta los parpados, y la claridad dulcemente se enfila.
L a ciudad se apaga y se prende el día .
Adoro tu leve geografía adormecida, de montaña serena,
tus destellos líquidos, tus ríos subterráneos,
tus cascadas rítmicas, el sueño de tus nalgas,
¡“oh el sueño de tus nalgas es miel”¡
Pero sobre todo tu ardiente mar donde cual porfiado buzo
Me sumerjo sin rechistar
sin mapa y con los puños vacíos.
Vacíos de tanto amar