Las crisis más serias que sufre la humanidad no son ni la ecológica, ni la financiera, tampoco la económica, sino, que el problema hunde sus raíces en el apresurado agotamiento de los recursos utópicos, en el sobrecalentamiento moral de las conciencias, en la escasez total del material para fabricar sueños y el rompimiento de la capa de afectividad.
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